lunes, 4 de agosto de 2008

Sobre El amor en los tiempo del cólera

¿Tuvo razón Florentino Ariza en esperar durante más de 50 años para que su destino junto a la siempre amada Fermina Daza se cumpliera? ¿Es la historia de Florentino Ariza la de todos los hombres? ¿Es acaso único y eterno el amor verdadero? ¿y qué carajos es el amor verdadero?

No creo que sean preguntas que valga la pena contestar por otros. Cada uno tendrá sus razones y sinrazones para encontrar una respuesta y actuar en consideración.

Para Florentino Ariza era claro desde siempre que así debía ser. Que Fermina Daza era su amada y siempre lo sería y que su única felicidad sería el amor de ella. Así lo creyó y vivió por y para ello en una época en que las relaciones entre un hombre y una mujer se debían limitar a su forma más arcaica: el hombre provee de alimentos y recursos para sostener un hogar y la mujer administra esos recursos y se dedica a la vida del hogar y la crianza de los hijos, como Dios manda. En ese contexto los acercamientos, la amistad y el enamoramiento son regidos por reglas inquebrantables y sutiles que son siempre vigiladas rigurosamente por todas las instituciones (familia, escuela, colegas, vecindario, iglesia) que rodean a los únicos que deberían importarle y para las cuales lo que menos importa es lo que dicen que los une: el amor.

Y fue su convicción tan fuerte que logró de alguna manera establecer una relación amorosa por correspondencia con Fermina Daza cuando ella aún era una colegiala. Fueron varias años en los que sólo mediaba la palabra escrita entre este aficionado a la poesía y la estudiante hija de un comerciante de provincia. Su amor entonces fue virtual, a lo MSN, pero en vez de mensajería instantánea digital, se valían de pluma y tinta y una tía alcahueta que los alentaba en su fantasía. Pero no por amar a un corresponsal más que a una persona, el amor sea menos intenso. El retraso de alguna respuesta o la incomplacencia de lo leído podía fácilmente hacer del amor no una fuente inagotable de felicidad sino una grave enfermedad que fácilmente se confunde con el cólera porque provoca los mismos malestares:

“Cuando empezó a esperar la respuesta a su primera carta, la ansiedad se le complicó con cagantinas y vómitos verdes, perdió el sentido de la orientación y sufría desmayos repentinos, y su madre se aterrorizó porque su estado no se parecía a los desórdenes del amor sino a los estragos del cólera. (El padrino de Florentino Ariza, anciano homeópata) se alarmó también a primera vista con el estado del enfermo, porque tenía el pulso tenue, la respiración arenosa y los sudores pálidos de los moribundos. (…) le bastó con un interrogatorio insidioso, primero a él y luego a la madre, para comprobar una vez más que los síntomas del amor son los mismos del cólera”.

Pero una vez agotada la pasión de Fermina Daza por la distancia que les impuso su padre y el tiempo que todo lo desgasta, sus destinos que creían irremediablemente unidos, divergieron cuando ella lo vio en persona y reconoció no al encantador poeta que alimentaba sus ilusiones de amor adolescente sino a Florentino Ariza. La sombra de una persona. Un hombre anacrónico, que ya de joven parecía viejo, y cuya presencia apenas logró despertar en ella repudio y luego lástima.

Para entonces ella ya conocía a Juvenal Urbino. Un hombre práctico, ilustre, de notable apellido y mucho mundo a quien le pareció que Fermina Daza podía ser una buena esposa. Los veinte años ya cumplidos y sobretodo la ruina de su padre fueron el pretexto para que Fermina Daza aceptara su propuesta de matrimonio. Con el tiempo y la convivencia llegó a quererlo, a necesitarlo y a soportarlo tanto como él a ella. Ese fue su secreto del éxito en su matrimonio que hacía creer a todos que fueron felices y que se amaban. Sólo ellos sabían su verdad.

Por su parte Florentino Ariza tras el rechazo de Fermina Daza se dedicó con esmero a la Compañía Fluvial de Colombia y conoció el amor físico, sin nombre ni rostro en un camarote de barco. Durante 51 años, 9 meses y 4 días estuvo con más de 600 mujeres aunque a ninguna amó como a Fermina Daza. Así conoció a viudas, casadas y solteras y niñas vírgenes y putas negras, pero sólo hasta la muerte de Juvenal Urbino cuando cayó de espaldas de una escalera tratando coger su loro parlanchín que se había posado sobre el palo de mango de su casa no tuvo la oportunidad de cumplir con su propósito de casarse con Fermina Daza y que ella lo amara. Tenía para entonces más de 70 años y fue necesario embarcarse y dejar lejos todas los prejuicios y reglamentos absurdos sobre el amor que debía cumplir una vieja viuda, que se supone espera su último día, para que ambos pudieran amarse y ser felices, viviendo sólo para ellos y por ellos durante el resto de sus vidas. Colorín colorado se acabó la novela.

A mi me gustó mucho la descripción de la ciudad de Cartagena y la evolución del paisaje desde el siglo XIX hasta entrado el siglo XX. El relato sobre el primer vuelo en globo; los viajes al interior del país en un vapor por el río Grande de la Magdalena; las condiciones higiénicas de la ciudad; su basurero y la plaza de mercado, el matadero, las calles como canales de aguas servidas que descargaban libremente a la bahía; y las descripciones pormenorizadas que tanto gustan a Gabriel García Márquez (GGM) sobre el vestido, la arquitectura, la decoración de las casones y hasta los implementos de aseo personal y doméstico de las casa de los ricos.

Me parece que son estas minucias las que enriquecen la novela de GGM, más que la historia misma, más que los personajes en sí. De hecho la historia es demasiado romántica para mi gusto, con su final feliz y el amor triunfante sobre la adversidad y la muerte, que la verdad ya me tiene hastiado de verlo en tantas películas de Disney.

También me gusto leer sobre el amor de viejos de Florentino Ariza y Fermina Daza. En pocas oportunidades he leído o escuchado o visto algo sobre el amor y la sexualidad en la vejez, ese tiempo en que el cuerpo está cansado de tanto abuso y los más creen que ya no queda nada por vivir más que la muerte. El amor fue entonces una fuente de vitalidad para Florentino Ariza y Fermina Daza y fue tan noble como sólo pueden ser los amores de la infancia, cuando no se mide, se pesa ni se dosifica según la conveniencia, porque a esa edad ya nada tienen que perder: o ya se tuvo o se perdió todo en su momento.

Me quedaron sonando dos o tres frases por curiosas o controversiales o no más porque me parecieron bonitas:

"El esplendor efímero de otra tarde de menos que se iba para siempre"
Contéstale que sí, aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le contestas que no”. La tía Escolástica a Fermina Daza cuando Florentino Ariza le propuso matrimonio.

"Los débiles no entrarían jamás en el reino del amor, que es un reino inclemente y mezquino y que, y que las mujeres sólo se entregan a los hombre de ánimo resuelto, porque les infundan la seguridad que tanto ansían para enfrentarse a la vida."


PD: Ahora sí me quiero ve la película y escuchar la versión de Shakira, como por ver qué dice.

Título: El amor en los tiempos del cólera
Autor: Gabriel García Márquez
Año de publicación: 1985
Edición: primera edición, ed. Oveja Negra
ISBN: 958-06-0001-5