jueves, 6 de noviembre de 2008
de todo se ve en la villa del señor
miércoles, 22 de octubre de 2008
Beth Gibbons / Out of Seasons (2002)
Lady sings the blues
Shes got them bad
She feels so sad
Wants the world to know
Just what the blues is all about
Lady sings the blues
She tells her side
Nothing to hide
Now the world will know
Just what the blues is all about
The blues aint nothing but a pain in your heart
When you get a bad start
When you and your man have to part
I aint gonna just sit around and cry
And now I wont die
Because I love him
Lady sings the blues
Shes got em bad
She feels so sad
The world will know
Shes never gonna sing them no more
You know what they say about romance
lunes, 4 de agosto de 2008
Sobre El amor en los tiempo del cólera
No creo que sean preguntas que valga la pena contestar por otros. Cada uno tendrá sus razones y sinrazones para encontrar una respuesta y actuar en consideración.
Para Florentino Ariza era claro desde siempre que así debía ser. Que Fermina Daza era su amada y siempre lo sería y que su única felicidad sería el amor de ella. Así lo creyó y vivió por y para ello en una época en que las relaciones entre un hombre y una mujer se debían limitar a su forma más arcaica: el hombre provee de alimentos y recursos para sostener un hogar y la mujer administra esos recursos y se dedica a la vida del hogar y la crianza de los hijos, como Dios manda. En ese contexto los acercamientos, la amistad y el enamoramiento son regidos por reglas inquebrantables y sutiles que son siempre vigiladas rigurosamente por todas las instituciones (familia, escuela, colegas, vecindario, iglesia) que rodean a los únicos que deberían importarle y para las cuales lo que menos importa es lo que dicen que los une: el amor.
Y fue su convicción tan fuerte que logró de alguna manera establecer una relación amorosa por correspondencia con Fermina Daza cuando ella aún era una colegiala. Fueron varias años en los que sólo mediaba la palabra escrita entre este aficionado a la poesía y la estudiante hija de un comerciante de provincia. Su amor entonces fue virtual, a lo MSN, pero en vez de mensajería instantánea digital, se valían de pluma y tinta y una tía alcahueta que los alentaba en su fantasía. Pero no por amar a un corresponsal más que a una persona, el amor sea menos intenso. El retraso de alguna respuesta o la incomplacencia de lo leído podía fácilmente hacer del amor no una fuente inagotable de felicidad sino una grave enfermedad que fácilmente se confunde con el cólera porque provoca los mismos malestares:
“Cuando empezó a esperar la respuesta a su primera carta, la ansiedad se le complicó con cagantinas y vómitos verdes, perdió el sentido de la orientación y sufría desmayos repentinos, y su madre se aterrorizó porque su estado no se parecía a los desórdenes del amor sino a los estragos del cólera. (El padrino de Florentino Ariza, anciano homeópata) se alarmó también a primera vista con el estado del enfermo, porque tenía el pulso tenue, la respiración arenosa y los sudores pálidos de los moribundos. (…) le bastó con un interrogatorio insidioso, primero a él y luego a la madre, para comprobar una vez más que los síntomas del amor son los mismos del cólera”.
Pero una vez agotada la pasión de Fermina Daza por la distancia que les impuso su padre y el tiempo que todo lo desgasta, sus destinos que creían irremediablemente unidos, divergieron cuando ella lo vio en persona y reconoció no al encantador poeta que alimentaba sus ilusiones de amor adolescente sino a Florentino Ariza. La sombra de una persona. Un hombre anacrónico, que ya de joven parecía viejo, y cuya presencia apenas logró despertar en ella repudio y luego lástima.
Para entonces ella ya conocía a Juvenal Urbino. Un hombre práctico, ilustre, de notable apellido y mucho mundo a quien le pareció que Fermina Daza podía ser una buena esposa. Los veinte años ya cumplidos y sobretodo la ruina de su padre fueron el pretexto para que Fermina Daza aceptara su propuesta de matrimonio. Con el tiempo y la convivencia llegó a quererlo, a necesitarlo y a soportarlo tanto como él a ella. Ese fue su secreto del éxito en su matrimonio que hacía creer a todos que fueron felices y que se amaban. Sólo ellos sabían su verdad.
Por su parte Florentino Ariza tras el rechazo de Fermina Daza se dedicó con esmero a la Compañía Fluvial de Colombia y conoció el amor físico, sin nombre ni rostro en un camarote de barco. Durante 51 años, 9 meses y 4 días estuvo con más de 600 mujeres aunque a ninguna amó como a Fermina Daza. Así conoció a viudas, casadas y solteras y niñas vírgenes y putas negras, pero sólo hasta la muerte de Juvenal Urbino cuando cayó de espaldas de una escalera tratando coger su loro parlanchín que se había posado sobre el palo de mango de su casa no tuvo la oportunidad de cumplir con su propósito de casarse con Fermina Daza y que ella lo amara. Tenía para entonces más de 70 años y fue necesario embarcarse y dejar lejos todas los prejuicios y reglamentos absurdos sobre el amor que debía cumplir una vieja viuda, que se supone espera su último día, para que ambos pudieran amarse y ser felices, viviendo sólo para ellos y por ellos durante el resto de sus vidas. Colorín colorado se acabó la novela.
A mi me gustó mucho la descripción de la ciudad de Cartagena y la evolución del paisaje desde el siglo XIX hasta entrado el siglo XX. El relato sobre el primer vuelo en globo; los viajes al interior del país en un vapor por el río Grande de la Magdalena; las condiciones higiénicas de la ciudad; su basurero y la plaza de mercado, el matadero, las calles como canales de aguas servidas que descargaban libremente a la bahía; y las descripciones pormenorizadas que tanto gustan a Gabriel García Márquez (GGM) sobre el vestido, la arquitectura, la decoración de las casones y hasta los implementos de aseo personal y doméstico de las casa de los ricos.
Me parece que son estas minucias las que enriquecen la novela de GGM, más que la historia misma, más que los personajes en sí. De hecho la historia es demasiado romántica para mi gusto, con su final feliz y el amor triunfante sobre la adversidad y la muerte, que la verdad ya me tiene hastiado de verlo en tantas películas de Disney.
También me gusto leer sobre el amor de viejos de Florentino Ariza y Fermina Daza. En pocas oportunidades he leído o escuchado o visto algo sobre el amor y la sexualidad en la vejez, ese tiempo en que el cuerpo está cansado de tanto abuso y los más creen que ya no queda nada por vivir más que la muerte. El amor fue entonces una fuente de vitalidad para Florentino Ariza y Fermina Daza y fue tan noble como sólo pueden ser los amores de la infancia, cuando no se mide, se pesa ni se dosifica según la conveniencia, porque a esa edad ya nada tienen que perder: o ya se tuvo o se perdió todo en su momento.
Me quedaron sonando dos o tres frases por curiosas o controversiales o no más porque me parecieron bonitas:
"El esplendor efímero de otra tarde de menos que se iba para siempre"
"Los débiles no entrarían jamás en el reino del amor, que es un reino inclemente y mezquino y que, y que las mujeres sólo se entregan a los hombre de ánimo resuelto, porque les infundan la seguridad que tanto ansían para enfrentarse a la vida."
PD: Ahora sí me quiero ve la película y escuchar la versión de Shakira, como por ver qué dice.
Título: El amor en los tiempos del cólera
Autor: Gabriel García Márquez
Año de publicación: 1985
Edición: primera edición, ed. Oveja Negra
ISBN: 958-06-0001-5
viernes, 18 de julio de 2008
La oscura luz de Sábato
El muchacho, recordaban tiempo después sus amigos, dejó el libro Uno y el Universo de Ernesto Sábato a un lado, con sus frases y conceptos desarraigados a la vista de todos, se roció el cuerpo con gasolina y se incineró sobre las murallas de Cartagena. En la primera página, aquel estudiante de matemáticas había escrito algo así como “Espero que este libro no te haya hecho tanto daño como a mí”. Sábato supo su historia en octubre del 68, dos días de haberse salvado de la muerte con el escritor Roberto Burgos, el dramaturgo Sergio Vodanovic y otros tres personajes que viajaban con él en una avioneta, de Manizales a Bogotá.
Pasados muchos años, Burgos Cantor recordaría que “el viaje a Manizales con don Ernesto fue en los tiempos en que a La Nubia apenas llegaban avionetas de 8 u 11 pasajeros. Salimos un sábado de buena luz, esa luz fría de la Sabana. Íbamos Ernesto Sábato, Sergio Vodanovic (dramaturgo chileno) el doctor Fandiño, del Ministerio de Relaciones Exteriores, un arquitecto de Manizales y yo.
El tiempo cambió de manera brusca y quedamos metidos en una tormenta. El piloto estuvo quizá media hora buscando un claro y haciendo piruetas entre las montañas mientras el agua golpeaba el fuselaje y los vidrios del monomotor. Fue imposible aterrizar en La Nubia y en Pereira. Un tiempo tremendo con ventisca y oscuro”. El silencio era absoluto, tal vez el último de los absolutos de Ernesto Sábato, o el único que vivió en su vida después del de las matemáticas y las ciencias que lo llevaron, antes de ser escritor, a trabajar al lado de madame Curie en su laboratorio en París.
Pero el mundo de los números es ya demasiado perfecto, explicaría luego una y mil veces, y jamás tuvo nada que ver con la realidad de los seres humanos, tan alucinantes, tristes, contradictorios, delirantes, o en últimas, tan humanos. “El ruido del motor era una agonía y los descensos, el vértigo”, contaría Burgos. Fandiño sacó un rosario de camándula. Los demás callaron. El piloto preguntó si alguien tenía una linterna. El arquitecto sacó un yesquero, lo encendió y de la mano del piloto lo acercó al tablero de instrumentos, oscuro y con sus manijas inmóviles.
“Entonces Sábato dijo que bueno, que otro argentino muerto en un avión después de Gardel no estaba tan mal. ‘ Nos vamos a matar, señores, no porque se haya agotado la nafta (gasolina) de la avioneta, sino porque se quedó seco el encendedor’. Enseguida una carcajada general y nerviosa expulsó la angustia contenida”. Sin embargo, la angustia volvió a adherírsele a Sábato una hora más tarde, con uñas y dientes, como siempre. Un anónimo le relató la muerte del estudiante de matemáticas.
Él respondió “¡Qué peligrosa es la literatura!, pero debo decir en mi descargo que en 1960, más o menos, y cuando aún el Che Guevara era ministro en Cuba, yo le escribí una carta por distintos motivos, una carta que él me respondió con otra, hermosísima, que figura en alguna de las recopilaciones de mis obras, que se iniciaba más o menos así: ‘Para mí y mi generación tuvo mucha importancia Uno y el Universo, y fue un libro que en un momento dado yo tenía de cabecera”.
Desde que comenzó a escribir, Sábato fue al autor de cabecera de alguien, generalmente de esos álguienes angustiados, desarraigados, preocupados por el mundo y la vida. “A veces tengo temor de cosas que he escrito ha repetido hasta la saciedad, pues las escribí porque sentía una maldad muy interna, porque sentía la necesidad de decir lo que yo creía que era verdad, y la verdad para mí es horrible, la verdad puede ser espantosa, puede estar mezclada con el incesto y el crimen y la locura y el suicido, pero es esa verdad horrible, también, la que hace de la literatura un instrumento de salvación”. De sus verdades, que fueron las verdades oscuras del hombre, surgió aquel Juan Pablo Castel de El Túnel 60 años atrás, un hombre como muchos que se hizo personaje de libro para susurrar un escueto “Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne”.
De sus verdades surgió aquella Alejandra sin época de Sobre Héroes y Tumbas. Enamorable, despreciable. Y aquel señor Lipp mann que un día cualquiera le envió una carta al secretario general de las Naciones Unidas en la que le decía:
Estimado Señor:
Le escribo para comunicarle que he decidido renunciar como miembro de la raza humana. Por consiguiente, pueden ustedes prescindir de mí en los tratados o debates que esa Sociedad realice en el futuro. Saludo a usted con atención.
Cornelius W. Lippmann
Sábato visceral, solitario, pensante, irónico, violento y atormentado. Alguna vez, años 30, por los años en los que estudiaba Física y Matemáticas y jugaba fútbol creyéndose back central de Estudiantes de la Plata, le escribió una carta a Roberto Arlt, simplemente para comentarle que su libro Los siete locos lo había tocado de verdad, pero nunca recibió una respuesta.
Durante mucho tiempo Sábato creyó que Arlt no había querido responderle. Un día supo que el desorden del periódico en el que escribía Arlat, La Nación de Buenos Aires, era de tal naturaleza que jamás una carta le habría podido haber llegado. Igual, se juró contestar cualquier mensaje que estuviera remitido a él. Así lo hizo.
Así lo hizo siempre. Respondió cartas como la de aquel “querido y remoto muchacho” que le preguntaba si tenía talento para ser escritor. Sábato le dijo, entre muchas otras cosas: “La verdadera justicia sólo la recibirás de seres excepcionales, dotados de modestia y sensibilidad, de lucidez y generosa comprensión”. “Esa carta cambió mi vida”, confesaría alguna vez Juan Carlos Botero. Cambió la vida de muchos, de todos aquellos que le escribieron, o se atrevieron a tomar un tren y llegar hasta su enrejada casa de Santos Lugares, a una hora de Buenos Aires, para timbrar y hacerle un par de preguntas a ese hombre inmortal que bien podría responderles con su sarcasmo habitual: “A fin de cuentas, un siglo de angustias lo tiene cualquiera”.
Sus datos y obras
Ernesto Sábato Ferrari nació en Rojas, provincia de Buenos Aires, el 24 de junio de 1911. Estudió Ciencias Físicas y Matemáticas en la Universidad de la Plata. En 1945 abandonó su carrera para dedicarse a la literatura. Publicó ‘Uno y el Universo’, un libro de ensayos al que le siguieron, en la misma categoría, ‘Hombres y engranajes’, 1951 y ‘El escritor y sus fantasmas’, 1963. El Túnel, la primera de sus tres novelas, fue publicada por vez primera en el 48. Luego escribió ‘Sobre héroes y tumbas’, en 1961, y ‘Abaddón el exterminador’, en 1974
Yo quisiera desear a gritos para que me escuchen los dioses "Larga Vida para Sábato", pero seguro a él semejante condena le parecería más una maldición que un buen deseo y se reiria de la inútil ronquera que me quedaría. Como sea, muchas gracias Ernesto.
miércoles, 16 de julio de 2008
el presidente Álvaro Uribe lo atribuyó a "la luz del Espíritu Santo y la protección de Nuestro Señor y de la Virgen en todas sus expresiones".
"Los creyentes merecen una explicación: Si el rescate de Ingrid fué (sic) gracias a los rezos que hizo de rodillas en el baño el general Padilla, esa mañana , o los ruegos del presidente Uribe fueron los que en realidad conmovieron a la Virgen. Porque también hay que considerar las plegarias de los cautivos. ¿O es que las peticiones de ellos no valen? ¿y las de los santos obispos qué?. Eso hay que aclararlo, pues no se olviden que al Vaticano llega bastante dinero de Colombia, y allá si es que saben rezar, y la suerte de nuestro país está asegurada con las oraciones del Papa. Entonces, así las cosas piadosas, urge aclarar cuál fue el rezo que más influyó para la libertad de esos seres humanos, lo cual nos llena de regocijo. Se debería abrir un concilio para determinar la fortaleza de la súplica y la contundencia de nuestra Fe, pues nustras (sic) juventudes deben seguir por el mismo camino que nos ha facilitado estar en una nación protegida por el Corazón de Jesús y de todos los cruzados que han salido en defensa de las familias, de las creencias y de la propiedad, no importa que ya estén extraditados. Es justo que se pague por ese rescate al Vaticano, para que rezen por todas las almas que van a dejar proximamente (sic) el aire patrio y sus cuerpos quedarán abonando la tierra querida, no importa que se vayan con hambre, pues la pureza del espíritu se mide por la contundencia de la oración y no con la tripa llena de mundanas intenciones nutritivas, ya que gracias a la fijación mental atemorizada para defenderse de Diablo y de los que creen que anticipando el fin de la vida de sus concuidadanos, se le hace un favor a ellos y a la sociedad. Recen valientes soldados de la patria, que nos persiguen los cobardes terroristas, pero no fullan (sic), que disparos por puchos totian, porque hay que creer en los milagros y en la reelección. ¡Ahí está la redención!...más el iva, es una acción vengativa."
lunes, 16 de junio de 2008
La Palabra Misteriosa de hoy es:
Aquel que quiere permanentemente «llegar más alto» tiene que contar con que algún día le invadirá el vértigo.
¿Qué es el vértigo? ¿El miedo a la caída? ¿Pero por qué también nos da vértigo en un mirador provisto de una valla segura? El vértigo es algo diferente del miedo a la caída. El vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos atrae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados.
La comitiva de mujeres desnudas alrededor de la piscina, los cadáveres en el coche fúnebre, que se alegraban de que Teresa estuviese muerta como ellos, ése era el «abajo» que la espantaba, del cual ya había huido una vez, pero que la seducía en secreto. Ese era su vértigo: era la llamada de una dulce (casi alegre) renuncia a su destino y a su alma. Era la llamada de la solidaridad de los imbéciles y en sus momentos de debilidad sentía ganas de obedecer a esa llamada y volver a casa de su madre. Sentía ganas de ordenar que los marinos del alma se retirasen de la cubierta del cuerpo; de sentarse con las amigas de la madre y reírse de que una de ellas ha soltado una sonora ventosidad; de marchar con ellas desnuda alrededor de la piscina y de cantar.
La insoportable levedad del ser
sábado, 7 de junio de 2008
Ars Amatoria o el arte de amar
Según Ovidio la seducción y la conquista del deseo del otro es un arte que se puede aprender y practicar, pero entendiendo arte no como una manifestación estética sino como un conjunto de perceptos y reglas para lograr el cometido.
Joven soldado que te alistas en esta nueva milicia, esfuérzate lo primero por encontrar el objeto digno de tu predilección; en seguida trata de interesar con tus ruegos a la que te cautiva, y en tercer lugar, gobiérnate de modo que tu amor viva largo tiempo. Éste es mi propósito (…).
El cazador sabe muy bien en que sitio ha de tender las redes a los ciervos y en qué valle se esconde el jabalí feroz. (…) Así, tú que corres tras una mujer que te profese, dedícate a frecuentar los lugares en que se reúnen las bellas.
Avistada la presa, cautivado ya el artista por la bella de su predilección Ovidio recuerda uno de los axiomas de su arte: Primeramente has de abrigar la certeza de que todas pueden ser conquistadas, y las conquistarás preparando astuto las redes.
Y de esta manera el primer libro continúa con varias recomendaciones para ganarse los afectos de la amada y despertar en ella la pasión, cada una ilustrada con anécdotas tomadas de la mitología griega. Termina advirtiendo que
Como son tan variados los temperamentos de la mujer, hay mil diversas maneras de dominarlas (…) unos peces se cogen con el dardo, otros con el anzuelo y los más con las redes que tiende el pescador.
El segundo libro inicia celebrando la conquista del amante y en él Ovidio se ocupa en aconsejar para que la conquista sea perdurable y fructífera. Porque no arguye menos mérito que la conquista el guardar lo conquistado: lo uno es obra del azar y lo otro consecuencia del arte. Y entre otros desprecia la hechicería y resalta el valor del cultivo del alma, la educación, la elocuencia y las buenas maneras en el trato y el comportamiento.
Voy a exponer los medios eficaces de fijar los pasos de ese niño vagabundo que recorre por aquí y allá el vasto universo. Tiene gran ligereza y dos alas para volar; por consiguiente es muy difícil sujetarle al freno.
Tiene tanta confianza el poeta en sus enseñanzas que termina el segundo libro reclamando de sus jóvenes aprendices que canten sus versos y lleven su nombre por todo el globo.
(…) Mozos agradecidos, concededme la palma y ceñid mis cabellos perfumados con guirnaldas de mirto. (…) Jóvenes, ensalzad a vuestro poeta, cantad sus alabanzas y que su nombre corra triunfante por la redondez del orbe. Os he provisto de armas como las que Vulcano entregó a Aquiles; éste venció con ellas; venced vosotros con las que os puse en las manos, y el que con mi feroz acero triunfe de una amazona inscriba sobre su trofeo: “Ovidio fue mi maestro”.
El tercer y último libro está dedicado a armar a las mujeres para la justa lucha. En la lógica del poeta quieren ser conquistadas y en vez de lanzar los dardos su táctica debe ser la de atraer al cazador (que desde este punto de vista se vuelve presa, aún creyéndose cazador), seducirlo, lograr toda su atención y sus esfuerzos.
Con mis lecciones aprenderán amores fáciles y les enseñaré el modo de conseguir sus propósitos. La mujer no sabe resistir las llamas ni las flechas crueles de Cupido; flechas que, a mi juicio, hieren menos hondas en el corazón del hombre.
No pretendo que os prostituyáis, sino libraros de vanos temores.
Para lograr su propósito la mujer debe cuidar el vestido y el maquillaje para resaltar los dones y disimular las macas del rostro y del cuerpo. Pero sobretodo, dice el maestro, debe preocuparse por adornar su alma con el canto, la danza la poesía, conociendo los juegos de la tabla y el ajedrez y cultivando una belleza más perdurable y cara, con buenas maneras, elocuencia, inteligencia y buen humor.
Los consejos cosméticos para corregir los errores de la naturaleza los enseña Ovidio en Sobre la cosmética facial femenina, él asegura que son de mucho provecho para las feas, que son las más, porque aquellas dotadas de belleza pocos reparos necesitan.
Como se trata de amores furtivos y placeres hurtados, Ovidio enseña algunos estratagemas para burlar a los esposos y a los celosos cerberos de las bellas.
Ven a mi escuela y aprenderás el arte de los engaños Aunque te vigilen tantos ojos como tenía Argos, si te empeñas con decisión te reirás de todos. ¿Podrá ningún guardián impedirte que escribas tus billetes en las horas que dedicas al baño y que la confidenta los lleve en el seno cubiertos por un chal o que los sustraigas a la vista metidos en el calzado o bajo la planta del pie?(…) .
Y después de advertir sobre los peligros que corre el amor cuando éste se confía a la más cercana amiga, el ars amatoria remata con algunos trucos para la feliz consumación de tan luchados placeres.
Si merece alguna confianza el arte de que hice tan larga experiencia, cree que mis cantos nunca os engañarán. Siéntese la mujer abrazada hasta la médula de los huesos, y el goce se dividirá por igual entre los dos amantes; que no cesen las dulces palabras, lo suaves murmullos y los deseos atrevidos que estimulan el vigor en tan alegres combates.
El ars amatoria es un divertido y muy elegante poema didáctico sobre la seducción. Ovidio fue un virtuoso poeta romano nacido en el años 43 a.C.; un extraordinario conocedor de la tradición literaria helénica y romana, de la cual se valió frecuentemente para ilustrar cada uno de sus cantos. En su época fueron comunes los manuales sobre pesca, caza, conserva de vinos y cuanta cosa se pueda ocurrir, pero Ovidio fue el único que se sepa que escribiera un manual para el amor. Y si existiese otro dudo mucho tan siquiera se acerque a la elegancia, la ironía y el tono alegre y ligero que logró el maestro Ovidio.
Yo sólo agregaría uno más a la lista de consejos del gran maestro Ovidio. Tampoco fue dictado por Apolo sino que es aprendido de la experiencia y la observación cuidadosa, aunque mi historial no es tan largo si me jacto de que es muy afortunado. Mi consejo es no recurrír a groseras transformaciones por querer deslumbrar a la amada. Lo fingido, lo falso, suele ser descubierto y terminar en vergüenza y desconfianza que difícilmente se recuperan. En cambio, se debe destacar aquello auténtico que pueda ser atractivo y minorizar los rasgos que creemos desagradables o inconvenientes. Y de nuevo cobra importancia otro consejo vital que data de hace unos pocos miles de años:
conócete a ti mismo
martes, 3 de junio de 2008
El temor del crédulo
Tomado de: Temor y Temblor (Frygt og Boeven, 1843)
Autor: Sören Kierkegard
Traducción: Jaime Grinberg
Editorial: Hyspamérica (Argentina)
Colección: Biblioteca Personal (dir. Jorge Luis Borges)
jueves, 10 de abril de 2008
Alice In Chains - DIRT (1992)
Lista de canciones
- "Them Bones" (Cantrell)
- "Dam That River" (Cantrell)
- "Rain When I Die" (Cantrell, Kinney, Staley)
- "Down in a Hole" (Cantrell)
- "Sickman" (Cantrell, Staley)
- "Rooster" (Cantrell)
- "Junkhead" (Cantrell, Staley)
- "Dirt" (Cantrell, Staley)
- "God Smack" (Cantrell, Inez, Kinney, Staley)
- "Iron Gland" (Staley)
- "Hate to Feel" (Staley)
- "Angry Chair" (Staley)
- "Would?" (Cantrell)
Dirt
Music/Lyrics: Cantrell/StaleyI have never felt such frustration
Or lack of self control
I want you to kill me
And dig me under, I wanna live no more
One who doesn't care is one who shouldn't be
I've tried to hide myself from what is
Wrong for me
For me
I want to taste dirty, stinging pistol
In my mouth, on my tongue
I want you to scrape me from the walls
And go crazy like you've made me
You, you are so special
You have the talent to
Make feel like dirt
And you, you use your
Talent to dig me under
And cover me with dirt
domingo, 30 de marzo de 2008
La Palabra Misteriosa de hoy es:
COQUETERÍA
Podría decirse que es un comportamiento que pretende poner en conocimiento de otra persona que un acercamiento sexual es posible, de tal modo que esa posibilidad no aparezca nunca como seguridad. Dicho de otro modo: la coquetería es una promesa de coito sin garantía.
Tomado de LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER de Milan Kundera (Tusquets editores)
martes, 11 de marzo de 2008
Nuevas luces para El Túnel
La copiloto de esta trasnochada nave me ha dado luz verde para publicar estos comentarios. Se le agradece (la lectura, los comentarios y el permiso):
jueves, 6 de marzo de 2008
La combinación perfecta
Antes de escuchar este material altamente contagioso asegúrese de estar en un sitio donde pueda bailar a su antojo. La calidad interpretativa del jazzista que ha advertido la alegría y sabrosura de Cuba y del músico cubano que encuentra en el jazz toda la libertad interpretativa es muy estimulante a pa'l esqueleto, particularmente pa' la cintura y los pies.
7. Hilton Ruiz - Steppin' With T.P.
Ficha técnica:
Título: Latin Jazz
Intérprete: Varios
Año: 2007
Casa discográfica: Putumayo Records (http://www.putumayo.com/)
martes, 26 de febrero de 2008
El Túnel
Juan Pablo Castel expone su versión del asesinato de María Iribarne, quien era su amante y la única persona que él consideraba que había comprendido la esencia de su obra más íntima: una pintura donde revela su visión fatalista, desesperanzada y decepcionada de la vida; al artista su existencia le parecía “un túnel oscuro y solitario (…) en que había transcurrido su infancia, su juventud y su vida, mientras que el resto de personas vivían por fuera una vida curiosa y absurda en que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad”.
La oscuridad impide a Castel ver en la existencia humana nada más que dolor: sufrir, gritar, morir, y un angustioso sinsentido de ser que es anulado fugazmente por María Iribarne y el amor que durante años de soledad alimentó y finalmente logró concentrarse en ella. Un amor que ilumina y transforma su mundo con su mágico poder hasta el punto de hacerlo hermoso.
Al mejor estilo de Dostoievsky, Sábato revela cada una de las reflexiones y las luchas internas que atormentan al protagonista desde el instante en que sabe de la existencia de María Iribarne hasta que la asesina. Cada detalle de la historia es importante para que Castel construya y destruya una relación amorosa que se sustenta en la necesidad de conocerse a sí mismo y de aferrarse a la posibilidad de que en el Universo entero haya al menos uno que logre comprender la angustia que le provoca ser conciente del sinsentido de su existencia. Y esa historia de amor la desarrolla en su paranoia con base en la contemplación de una pintura, una vacilación en la conversación, el cambio de tono de voz en una llamada telefónica o en la prisa que intuye en la caligrafía de una carta. Sin tener en cuenta la impresión de un tercero, sin mediar palabra o evidencia material de la infidelidad que acusa, y lo más detestable, en una muestra cruel y miserable de egoísmo hacia su amada, decide, tras varios días de remojar su cerebro con alcohol y deambular por las calles de Buenos Aires, que ella no puede estar con nadie más, que si no desciende a su mugroso y patético subterráneo tampoco puede mantenerse al margen de él en la mundana superficie.
Ficha técnica:
Autor: Ernesto Sábato
Colección: Biblioteca Breve
Genero: Novela
160 págs.
ISBN: 84-322-1514-7